Eian tomo sus cosas y se dirigió a los baños. Al entrar se sorprendió al ver que de verdad eran muchos baños.
Se dirigió hacia la regadera más lejana que había, entro en ella y templo el agua a una temperatura caliente a la que estaba acostumbrado a bañarse. Había visto las tinas pero prefería tomar el baño de pie.
Mientras caía el agua caliente recordaba que era un momento de ver las cosas de un modo diferente y que estaría listo para lo que se viniera, ya no había quien le pusiera barreras para poder crecer de una forma digan y feliz.
Al término de su baño, mientras se secaba escucho un ruido por lo cual pregunto:
-¿hay alguien ahí? Hola… -por lo cual no recibió respuesta. Busco en la zona y no encontró a nadie. Siguió con lo que hacía y no le tomo importancia.
Llego a la habitación y esta seguía igual de vacía que antes; con solo unas maletas al frente de su cama.
Termino de cambiarse y se recostó, pensando en la inmortalidad del cangrejo.